El
día 30 de Junio de 2013, fue el
quincuagésimo tercer aniversario de la Independencia de la República
Democrático del Congo, antiguo Zaire. En Madrid, la Embajada Congoleña organizó un culto ecuménico en la
Parroquia San Juan de Ávila, donde estuvieron presentes todas las confesiones religiosas del país. Un culto ecuménico orando para el fin de la guerra y por todas las
víctimas de la misma, el país no está para los festejos. La zona
de los dos Kivu sigue en un conflicto armado, el más mortífero del mundo,
después de la Segunda Guerra Mundial. Según Naciones Unidas, han muerto más cinco
millones de personas y, aún así, sigue siendo el paradigma de conflicto
olvidado. Al este de Congo se le llama la capital del mundo de las violaciones,
por la absurda epidemia de delitos sexuales que ha crecido con la guerra.
En
las fechas previas a este día tan señalado en el calendario congoleño, se ha
recordado siempre y como es lógico, a las figuras más importantes de aquel
acontecimiento histórico: Patrcice Emery Lumumba (Padre de la Independencia y el
primer primero Ministro Congoleño), Joseph Kasa-Vubu (Primer Presidente
Congoleño) y del Rey Balduino de Bélgica.
Con
el paso del tiempo, ha ido cayendo en el olvido otro héroe nacional, que aquí
quiero recordar, reivindicar su figura y rendirle un homenaje como se merece.
Se trata de Ambroise Boimbo, un
compatriota que confiscó la espada del Rey Baudoin, durante su paseo triunfal por las calles de
Leopoldville, actual Kinshasa, capital del país, el 29 de junio de 1960 para la
declaración de la Independencia del entonces Congo Belga. Durante los festejos de tan señalado día, Boimbo, antiguo combatiente que más tarde se hizo
electricista, llevó a cabo un acto impensable entonces: confiscar la espada real,
símbolo del poder, al rey de Bélgica en
su coche descapotable.
Para que su
acto no se quede en una simple anécdota, y sin necesidad de recordar la oscura historia
colonial belga en el Congo, es importante puntualizar que este país, la
República Democrática del Congo, difiere de todos los demás países africanos
por el hecho de que no fue una colonia belga sino más
bien una propiedad privada,
personal del rey Leopoldo II de Bélgica.
El Rey mandó
al periodista y explorador británico, Henri Morgan Stanley, a una expedición
para que le buscara a su medida un trozo
del magnífico pastel africano. Después de convencer a más de 400 jefes tribales
que abandonaran sus reinados, Stanley adquirió para el enriquecimiento personal
del rey belga, una superficie equivalente a 75 veces el tamaño de Bélgica.
Y
tras casi 80 largos años de saqueo sistemático de los recursos, tanto humanos
como naturales del Congo, el rey Boudoin llega para conceder la
Independencia a un pueblo valiente, haciendo unas declaraciones, a mi entender,
inoportunas, de que esta independencia que se va a dar al pueblo congoleño es
fruto del ingenio político de su tío Leopoldo II, olvidando que este ha sido responsable
de muertes, amputaciones de brazos y
violaciones de más quince millones de víctimas congoleñas. Es en este contexto insultante para la dignidad
humana que Ambroise Boimbo, desafió así a la autoridad establecida como diciendo
muy alto y claro “No recibimos esta libertad en forma de regalo real, lo hemos
arrancado con sufrimiento y sacrificio”.
La
suerte que corrió Ambroise Boimbo después de este instante, que puede ser condenable,
es lo de menos. Lo que realmente queda en la historia, es el poder simbólico de
su acto, inmortalizado por el fotógrafo alemán Robert Lebeck.
Para muchos
congoleños, la declaración de la Independencia no se hizo por el discurso del
rey el 30 de Junio de 1960, si no por la confiscación de la espada un día
antes (29 de Junio de 1960).
De aquí mi
sincero homenaje a este héroe discreto que murió en 1989, que permaneció en el
anonimato hasta que un equipo de periodistas belgas, motivado hace tres años
por el quincuagésimo aniversario de la independencia
del Congo, investigaron sobre su persona y encontraron su sepultura.
Por
Papy Sylvain Nsala (Sociólogo y politólogo congoleño en Madrid)
¡Viva Ambroise Boimbo! ¡Viva Patrcice Lumumba!
ResponderEliminar